27 de noviembre de 2008

Aunque pique y escueza

Árbol helado de A. Espinosa

Mientras me abalanzo sobre ella y me doy cuenta de que está... Es el momento en el que empieza a gustarme su presencia. Asoma, saluda...y en mi queda, aunque para otros se aleja, por ser desconocida. Me pellizco para que el dolor de la pequeña punzada oculte su dureza. Él la vio en mi, en el reflejo acuoso de mi mirada, que como ella, nada encubre. Evito mi propio engaño y el compartido con él. Por eso, ella germina y yo la riego con esmero para que no muera. La verdad emerge una vez ante la vida. A pesar de su actitud desafiante, no tiene precio eso de estar en lo cierto.